martes, 13 de julio de 2010



La independencia es una de las etapas más complejas y polémicas de la historia de Venezuela. Es el período de nuestro devenir en el que se dieron los primeros pasos de una nacionalidad en el contexto de una guerra decisiva para América y la metrópoli. Pero en los fogones de este proceso de aderezó una mirada sobre nuestro pasado. Quienes lideraron la independencia erigieron una explicación justificadora de la ruptura del vinculo colonial basada en la presencia de un invasor- el español que llego luego de 1492- y que sería echado por los prohombres que fabricaron la ruptura con España y la fundación de la República. Esta versión colocó en primera escena el protagonismo de los mantuanos y silencio o relegó el papel jugado por los sectores populares en la contienda. Solo se les coloca como aliados circunstanciales de la corona, y luego como actores de segundo y tercer reparto, en una obra en la que los primeros papeles les correspondían al grupo que, desde antiguo, monopolizaba los lugares fundamentales de una sociedad estrictamente jerarquizada. Con ello se daba continuidad en la conciencia histórica, a las rígidas pautas de un orden social basado en la desigualdad y en la exclusión.

La elite venezolana asumiría la independencia como movimiento propio, excluyendo a todos aquellos movimientos sociales que, como el caso de Chirino, no representaba los intereses de la nobleza colonial. Posteriormente la historiografía nacional impuso su proyecto y subestimó las acciones del pueblo en búsqueda de su libertad e igualdad frente a los demás.

(Memorias de Venezuela. Número 9)

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